La ciudad de Vigo viene asistiendo en los últimos cuatro años a una sucesión de hechos violentos que pasan sin mucho ruido por nuestras vidas. Ataque a domicilios, petardos en postes de telecomunicación y la última modalidad, explosiones en cajeros bancarios. Como si esto fuese normal, los representantes políticos y sindicales sacan las letanías preparadas y a otra cosa mariposa. Incluso algún dirigente político quiere equiparar a los violentos con los indignados.
Vamos a ver, en primer lugar hay que llamar a las cosas por su nombre y usar la violencia para defender cualquier cosa es moral y políticamente condenable y el término es terrorismo. No se puede mirar para otro lado, porque un día, lo que hoy se toman a broma o no le dan importancia, va a hacer daño a cualquier ser humano inocente y entonces, nuestro silencio ominoso de hoy, se volverá contra nosotros.
En Vigo, hace ya 40 años, tuvimos una generación que cambió la política por el crimen y sembró el dolor y el miedo. Eran Hierro Chomón, los Collazo… . Estoy hablando de esa generación que dirigió el grupo terrorista del GRAPO. Yo los sufrí, incluso me amenazaron cuando la empacadora de Teis. Algunos también los justificaron y, grave error, sembraron la muerte y el terror.
Urgente es que la sociedad viguesa y nuestras instituciones representativas marquen una línea clara de condena a este embrión de terroristas, sin compasión ni comprensión. Si no lo hacemos pronto y bien, lloraremos por nuestro Vigo libre.